Cuarenta años de cambios y de no cambios en la Guardia Civil

Introducción

Volviendo 40 años la vista atrás para realizar un examen sobre lo que ha cambiado y lo que no ha cambiado en una Institución tan peculiar, nos permitimos hacer una evaluación con conocimiento de causa, de la forma más objetiva posible.

Llegada la democracia a nuestro país, aprobada ya la Constitución, que diferenciaba distintas instituciones esenciales en una democracia, entre ellas las Fuerzas Armadas, como Institución esencial del Estado, -tan esencial como la Corona o los Partidos Políticos-, se hizo también distinción, por vía del artículo 104 de la Constitución, de las Fuerzas de Seguridad, ya no integradas en esas Fuerzas Armadas, y de nombre distinto del anterior de Cuerpos de Orden Público.

Las Fuerzas de Seguridad, lo serían precisamente para salvaguardar la Seguridad Ciudadana, esto es, estarían al servicio ciudadano, y en esencia cumplirían la función de procurar la integridad física de éstos, y salvaguardar sus bienes y el orden socio económico del país, la paz social en definitiva.

Dejarían de ser por tanto fuerzas de orden público, esto es, ya no justificando su actuación en mantener el orden entre la población ciudadana, o dicho de otro modo, en poner orden entre los ciudadanos. Ese cambio de terminología cumplía con los valores y principios de un Estado de derecho, dentro de un sistema de libertades y derechos fundamentales.

Los ciudadanos dejaban de ser súbditos para ser soberanos de sus propios derechos y libertades.

Así las cosas, cambiar la mentalidad de los funcionarios, sobre todo de los más antiguos, que juraron lealtad al sistema autoritario de Franco, no era tarea fácil, aunque en base a la disciplina, bien llevados, serían una gran herramienta para cualquier Gobierno, por lo tanto, no parecía que hubiera tanta prisa en cambiarlo todo.

A la Guardia Civil le tocó por su carácter y por el tipo de servicio y funciones que desarrollaba, seguir vinculada a la disciplina militar, y a la Policía Armada y Superior de Policía, hoy Cuerpo Nacional de Policía, le tocó ser la cara más amable del Gobierno, y romper con la idea incrustada en la sociedad, de ser un Cuerpo para reprimir las libertades ciudadanas, y, no un Cuerpo para dotar a la ciudadanía precisamente de la garantía de esas libertades.

Cuando en 1982 el Gobierno de Suárez implantó en sus últimos días de presidente, el Cuerpo de Guardias Civiles Auxiliares, para que por la mitad de sueldo que un guardia civil de carrera, los ciudadanos en edad pudieran hacer el servicio militar en la Guardia Civil, pretendía hacer llegar el influjo de nuevas ideas y formas de pensar, por la juventud de sus agentes y de su cultura obtenida ya en democracia, a esa Guardia Civil que se iría renovando muy poco a poco, en ese tránsito hacia la modernidad ideológica.

Se supone que esos jóvenes traerían a la Institución, ideas renovadas, aires de libertad y democracia, propio de su impulso juvenil.

 

Régimen disciplinario y promoción interna

La realidad que se encontraron esos jóvenes era que, los guardias civiles profesionales más jóvenes, tenían un mentalidad más moderna, pero no por ello los guardias civiles más antiguos, dejaban de estar igualmente interesados en los cambios democráticos en el Cuerpo, aunque oficialmente, la forma de vida impuesta por el sistema militar, condicionaba en todo, las formas externas de expresión para no provocar, la ira de los todo poderosos mandos, que veían su régimen totalitario amenazado, si venían cambios.

Era evidente que el cambio desde dentro, en la forma de funcionamiento interno, no podía sino que implementarse con cambios legislativos.

La máxima era bien clara, para qué quiero yo compartir el mando o condicionar las decisiones, si lo que mis “santos cojones” dicen, es lo que los guardias hacen.

Eso era lo que precisamente se vendió al Gobierno, que pronto se dio cuenta que la Institución se movía al unísono de la música que se le tocara.

No es una expresión inventada o rebuscada, es la forma de hablar de quienes se creían dueños y señores de aquel, que por estar debajo en el empleo, debía someterse, más allá de lo entendido jurídicamente como, una orden, que era y es, todo mandato sobre el servicio, que el superior da en legal forma al subordinado, dentro de sus atribuciones.

Costó también precisamente que los jefes entendieran, que el guardia civil no estaba sometido a un régimen de servidumbre, y que solo se le podía exigir en el tiempo de prestación del servicio, sobre aquello que tuviera obligación legal o reglamentaria de hacer. Todavía se dan casos de desviación de poder, para someter más allá de lo exigible, aunque en mucha menor medida que hace décadas.

Al fin y al cabo, podía pensarse, que era precisamente la fuente de la eficacia y prestigio de la Guardia Civil, esa forma de disciplina, fundamentada en el temor al todo poderoso.

Ahora diríamos temor a la injusticia, a la arbitrariedad, a la desviación de poder, y a las sanciones privativas de libertad, pero en aquellos tiempos, no se pensaba en tanto, que para pensar ya estaban los mandos, -“usted limítese a obedecer, que para pensar ya estoy yo”-, los guardias no están para pensar, sino para obedecer.

En eso, no puede decirse, que no se haya cambiado, porque ya no se sanciona con medidas privativas de libertad, salvo en caso de los concretos delitos militares en los que aún puede incurrir un guardia civil, y, si también es cierto, se han reducido los índices de arbitrariedad, discriminación y desviación de poder, no es menos cierto que todavía existen esas formas en el funcionamiento interno, y que todavía se sigue instrumentalizando la disciplina y ese funcionamiento interno, para favorecer que el todo poderoso, haga con sus subordinados, no ya según su prudente arbitrio, sino como mejor le convenga, o le convenga al que le ordena que haga con sus subordinados de determinada manera.

Así todavía seguimos viendo, no ya lo que serían formas de disciplina digna o respetuosas con la dignidad del subordinado, sino formas de adulación al jefe, en todos los escalones jerárquicos, y miedo, mucho miedo todavía, que no respeto honesto y exigible del subordinado al mando.

Miedo a la arbitrariedad, al poder en demasía, justo es decirlo, porque la amenaza de sanción sigue estando ahí, y lo que es peor todavía, que si no gustas al de arriba o a los de más arriba, tu porvenir profesional se puede ver truncado, por los tantos destinos de libre designación que existen, -que no dependen de méritos o antigüedad-, y por no poder ascender o hacer cursos de especialización con faltas graves, -que son las más numerosas- o por los informes negativos en determinados casos, lo que hará de la vida profesional del guardia civil una carrera de obstáculos, sobre todo si el funcionario aspira a promocionarse o a lograr destinos mejor considerados.

Evaluar al subordinado, en la forma que se hace en la actualidad, permite si así se quiere por el evaluador, denigrarlo, denostarlo, exagerar o mentir sobre él, pues las medias verdades según se cuenten, también son mentiras, sobre todo si se discrimina a la hora de enjuiciar el trabajo de cada uno, pues el trabajo no se evalúa, cuando aun de hacerlo mejor que el resto, el evaluado, se le presente aún de los buenos resultados, como un nefasto profesional.

Cualquier cosa por anodina y común, presentada de forma torticera, sirve para cumplir con lo anterior, esto es, denostar y denigrar al subordinado, como forma indirecta de sanción, no ya por una determinada conducta basada en hechos, sino por una forma de ser, a veces por envidia y celo, y otras porque la persona no sea del agrado del superior, cuando éste no respete el margen de decisión propia que el subordinado tiene para hacer su trabajo.

Los principios de objetividad, e incluso de independencia, en las decisiones o actuaciones de los jefes, siguen sin alcanzarse, en niveles aceptables, para el caso que haya un mando o varios, o lo sugieran desde la cúpula, dispuestos a cumplir con lo que consideran un deber, “que a mí no me tiembla la mano al escribir”, como dicen también algunos, “para quitar de en medio a quien interese”.

Incluso no es de extrañar que reten al que se considera mal tratado, a acudir a los tribunales, que en caso de obtener sentencia favorable, a ellos en nada les perjudicará.

Es de suponer que situaciones parecidas, aunque no asimilables en todo, -dado el carácter militar de la Guardia Civil-, también se darán en otras Administraciones, y por eso las leyes establecen, y las sentencias de los Tribunales, a veces, determinan, que se vulnera esa objetividad en el funcionamiento interno, cuando no se respeta la legalidad y los derechos fundamentales de la persona.

No basta la existencia de tribunales y la posibilidad de recabar la tutela judicial, para evitar cualquier forma de discriminación, que no siempre trasluce ni aflora a la vista de los demás, o simplemente se ignora, pues la jurisdicción contenciosa administrativa, y la disciplinaria militar, no es tuitiva sobre el administrado, no protege al más desfavorecido, esto es, al funcionario de menor graduación, sino que al contrario es protectora del superior y de los cargos de la Administración, en un mal entendido interés general, y en fundamento de los principios de disciplina, jerarquía y subordinación, lo que favorece la arbitrariedad y la desviación de poder.

Podemos concluir en este aspecto, que aún de ser España un país moderno y un avanzado Estado de Derecho, aún es muy deficitario en la promoción y respeto de los derechos sociales y fundamentales de la persona, en cuanto sean ciudadanos sometidos al régimen especial que rige la profesión de Guardia Civil.

 

Propuestas al actual Régimen Disciplinario y de evaluación y promoción profesional

Ante la evidencia de lo anterior, el Régimen Disciplinario debe promoverse únicamente ante hechos infractores de entidad de relevancia, acreditados, y en los que no haya atisbo de parcialidad o interés ajeno a la propia disciplina, aplicándose con absoluta objetividad y sin predeterminación sancionadora, dejando al margen de los propios mandos de la Guardia Civil la instrucción de los expedientes y encargándolos a la Abogacía del Estado o al Cuerpo Jurídico Militar, o especialistas jurídicos del Cuerpo con esa única función en la Institución, con absoluta independencia y respeto del ordenamiento jurídico y jurisprudencia, en su actuación.

Deben imponerse las sanciones en la forma más venial o menos gravosa, y se deben imponer con preferencia las sanciones leves a las graves, e incluso se debe amonestar por escrito antes de sancionar, si en los hechos no ha existido dolo o intencionalidad o culpa grave e inexcusable.

Se deben evitar sanciones por hechos infractores, si antes no han sido advertidos de esas infracciones y no se les ha requerido previamente a los guardias civiles, para no reincidir.

Las evaluaciones profesionales, igualmente se deben dejar al margen de los mandos, aun cuando se les pueda requerir informe fundado exclusivamente en hechos que puedan ser contradichos o ponderados, y estas evaluaciones de la capacidad profesional deben encomendarse a personal especializado con funciones además inspectoras, consultando el trabajo realizado por los guardias civiles, mediante los medios que dejen constancia del mismo, ya sean sistemas informáticos, documentos con los que medir la calidad de sus informes y diligencias, la cuantificación de infracciones denunciadas y la participación en el esclarecimiento de los delitos y detención de los delincuentes.

Se deben arbitrar mecanismos homologados de control y supervisión del trabajo, por igual en todas las Unidades, pero con personal ajeno al mando, para evitar la arbitrariedad, la desviación de poder o los móviles espurios y personales.

 

Organización y funcionamiento interno

La Guardia Civil mantiene el sistema tradicional de Puestos, como si fueran los antiguos Puestos de la Cruz Roja.

Las dependencias de atención al ciudadano son además, zona de residencia de muchos guardias civiles de la Unidad, como lo ha venido siendo desde siempre, ya que la fuerza actuante o fuerza en revista residían, y, en la actualidad todavía muchos de ellos residen con sus familias, o estando solteros se alojan en pabellones para no casados, y sin familia.

Desde hace décadas, hasta unos 25 años atrás, se han ido reduciendo el número de Puestos, también llamados cuarteles o cuartelillos, manteniéndose desde esa fecha prácticamente con el mismo número hasta la actualidad.

Los cuarteles con más número de agentes, son los que prestan el servicio a más número de ciudadanos, asumiendo la población y municipios de los cuarteles que cerraron.

En un intento de cerrar los menos posibles, y a su vez no perder municipios en favor de la Policía Nacional, por el crecimiento en habitantes de muchos pueblos, los Puestos fueron clasificados en tres tipos, los Puestos Principales, los Puestos Ordinarios, y los Puestos Auxiliares.

Los Puestos Principales se organizan como Comisarías de Policía, con tres Departamentos:

  1. El Área de Atención al Ciudadano u Oficina de Atención al Ciudadano, al frente de un Sargento, y a veces un Cabo también, y entre 4 y 12 Guardias Civiles, dependiendo de lo grande de la Unidad y de la población a la que prestan servicio, teniendo por función primordial la toma de denuncias y primeras gestiones a practicar como consecuencia de las mismas, el servicio burocrático de la Unidad, y las diligencias consecuencia de los casos de Violencia de Género o desaparición de personas.
  2. El Área de Prevención Ciudadana. Al frente de un Suboficial, con otro Suboficial de menor rango y/o un Cabo, y entre 30 o 300 Guardias Civiles, según la población a prestar el servicio de Patrullas, para prevenir la delincuencia, y detener a los delincuentes, dar seguridad física a los ciudadanos y atender los requerimientos de los ciudadanos.
  3. El Área de Investigación, al frente de un Sargento y/o un Cabo, y entre 4 y 12 Guardias Civiles, incluso más según lo grande que sea la Unidad. Con funciones de investigación de los delitos, y en su caso tras ello detener a los delincuentes, y tomar manifestación a los investigados.

Estos Puestos Principales tienen abiertas sus Puertas las 24 horas del día.

Los Puestos Ordinarios, al frente de un Suboficial, la mayoría por un Sargento, y con un Cabo, y entre 8 y 25 Guardias Civiles, abren sus Puertas tan sólo por la mañana y de lunes a viernes.

Los guardias civiles reciben las denuncias en horario de mañana, patrullan cuando tienen personal suficiente, coordinados en turnos de mañana, tarde y noche, con otros Puestos Ordinarios limítrofes para intentar tener una patrulla de prevención de la seguridad ciudadana en todos los municipios que los integran, para intervenir cuando son llamados.

Estos guardias civiles hacen de todo, Oficina de Atención al Ciudadano, Patrullas de Prevención de la Seguridad Ciudadana, y al tiempo, dentro de sus posibilidades, investigar los delitos, que no siendo graves, no hayan sido remitidos para su investigación a los Equipos de Policía Judicial del Cuerpo.

Toman denuncias incluso cuando están de Patrulla, interrumpiendo su servicio de prevención, en horario en la que no está abierta la Puerta del Cuartel y los hechos a denunciar no admiten demora en su denuncia, como por ejemplo las denuncias de Violencia de Género o Desapariciones, y ello aún de la complejidad de la materia, y diversidad de documentos a tramitar.

Otras veces son los Comandantes de Puesto, esto es, los Sargentos son, los que fuera de su horario ordinario de trabajo, abren el cuartel y se ponen al frente de la instrucción de diligencias, en fundamento de lo ilimitado de su disponibilidad para el servicio, debiendo estar localizados las 24 horas del día, siendo despertados incluso de madrugada, a veces para recibir novedades que no admiten demora en su conocimiento, o requieren de su intervención.

Los Puestos Auxiliares, empezaron a existir hace unos 25 años, al frente un Cabo y con 3 o 4 Guardias Civiles, solo abren por la mañana del lunes al viernes, normalmente, como Oficina de Atención al Ciudadano, y si el número de agentes lo permite, sacan alguna Patrulla de Prevención, o se suman en un componente al Puesto Principal del que dependen para conformar una Patrulla de servicio preventivo.

Fuera de ese horario, no se admiten denuncias, y si la urgencia lo requiere el ciudadano puede acudir al Puesto Principal del que dependen, en otro municipio, y formular la denuncia.

Todos los Puestos, sean del tipo que sean, suelen tener más de un municipio bajo su jurisdicción, además del municipio donde tienen su sede.

No en todas las provincias se actúa absolutamente de la misma manera, pudiendo existir pequeñas diferencias.

Actualmente la Guardia Civil tiene bajo su responsabilidad a más número de habitantes que el Cuerpo Nacional de Policía, a través de los Puestos, como Unidades Territoriales de Seguridad Ciudadana, en casi todas las provincias de España, a excepción de aquellas que cuentan con policías autonómicas en exclusividad, y éstas tienen  encomendado el Servicio de Seguridad Ciudadana, o dicho de otro modo, son la policía común que presta el servicio de seguridad y protección al ciudadano, toma las denuncias y las investiga.

Puede parecerle extraño a los habitantes de las capitales de provincia, o de aquellas poblaciones en las que la Policía Nacional tiene encomendada la Seguridad Ciudadana, pero en su conjunto la Guardia Civil por el gran número de municipios en los que presta su servicio de Seguridad Ciudadana, tiene bajo su responsabilidad mayor número de habitantes, que el Cuerpo Nacional de Policía.

 

Propuestas para la mejora de la organización y funcionamiento interno de la Guardia Civil

Es evidente, a razón de lo expresando anteriormente, que el Puesto Principal es el único operativo en su totalidad las 24 horas del día, y por lo tanto el que mejor puede prestar servicio al ciudadano.

Toda forma de organización de efectivos, en otro tipo de Unidad Territorial de Seguridad Ciudadana, es deficitaria para prestar un servicio integral al ciudadano las 24 horas del día.

Para suplir esa deficiencia en los Puestos Ordinarios, se recurre principalmente al uso de las patrullas de prevención de seguridad ciudadana, para cumplimentar también los servicios de atención ciudadana, -toma de denuncias, cuando el cuartel está cerrado-, y en algunos casos también la investigación, pues de otra manera, sin personal con esa función encomendada, los delitos no se investigan a no ser de enjundia suficiente como para encomendarlos a los Equipos de Policía Judicial de la propia Guardia Civil.

Existe una excepción a la investigación de delitos que afecten al ámbito rural, ganadero, agrícola, e instalaciones fuera de los cascos urbanos, que se encomiendan al denominado equipo ROCA, con sede principalmente en las Compañías de la Guardia Civil, y que reciben para su investigación las denuncias tomadas en esos pueblos menores que no tienen Puestos Principales sino Ordinarios o Auxiliares.

Otro tipo de delitos, la mayoría cibernéticos, estafas bancarias, o estafas por internet, en los Puestos Ordinarios, si no se emplea personal para tramitar los Oficios a las empresas telefónicas, bancos, o redes sociales, no pueden resolverse, más teniendo en cuenta que todas estas estafas, si no superan los 400 euros de valor, prescriben a los 6 meses, y si a eso unimos el colapso de la justicia, o el retraso, para cuando sea llamado el presunto estafador a declarar en sede judicial, puede que ya haya hasta prescrito el delito, con lo que todo el trabajo previo será inútil.

Ha de tenerse en cuenta que estas pequeñas estafas, suman gran cantidad de dinero cuando se multiplican por muchos casos, de los que suele ser autor la misma persona o los grupos organizados, la mayoría fuera incluso del territorio español, por lo que la actividad estafadora aun de afectar a distintas personas y efectuarse en distintos tiempos, deberían sumarse para imputar delitos no leves, sino menos graves o graves si se efectúan por grupos organizados, que actúan por internet desde fuera de España.

La Violencia de Género que la Directora General de la Guardia Civil dice estar en manos de grupos especializados, en los Puestos Ordinarios, lo está en manos de guardias civiles no especializados, que toman las denuncias a las mujeres víctimas y realizan la valoración del riesgo, cuando están de patrulla, además de detener al presunto agresor.

O lo hace el Sargento Comandante de Puesto, fuera del horario de su servicio, tras ser localizado cuando descansa, desplazándose a la Oficina.

Luego eso sí, en horario de oficina al día siguiente, o pasado el fin de semana, su trabajo será supervisado por esas personas que la Directora General dice son las especializadas, cuya única función es revisar en sus despachos los documentos generados, y sacar los defectos a corregir.

Incluso el seguimiento del caso está en manos de personal no especializado, aunque puede especializarse por la reiteración de asuntos que terminan siendo de su incumbencia, esto es, por la casuística que atiende de tiempo en tiempo.

Ante todo esto, teniendo en cuenta que el número de guardias civiles para prestar servicio es menor que en años y décadas anteriores, y que están asumiendo más funciones y trabajo, gracias también a los sistemas informáticos que permiten el aumento de la productividad, se hace necesario aumentar el ingreso de nuevos agentes a la Guardia Civil, no sólo por la tasa de reposición, sino porque están próximos a jubilarse un gran número de agentes, teniendo en cuenta que éstos guardias civiles que próximamente se van a jubilar, son aquellos que en 4 años ingresaron por número de 20.000 efectivos, y que por tanto deben reponerse en corto espacio de tiempo, para no seguir dejando las Unidades en la mitad de su catálogo, esto es, con la mitad de los efectivos que hace décadas debían ocupar destino.

 

Propuestas de organización de los Puestos

Manteniéndose los Puestos Principales, con su organización actual, deben actualizar el número de agentes de su plantilla, y mantenerse en todos los casos cubiertos, el número de plazas catalogadas en cada uno de ellos.

Los Puestos Ordinarios, deben estar abiertos como ahora en turnos de oficina en la mañana de lunes a viernes o sábado, según las necesidades de seguridad ciudadana, y deben nombrarse los servicios de prevención de las seguridad, -patrullas- de coordinada forma con otros Puestos Ordinarios, por un sistema informático, que sume la plantilla de todos ellos como si de un Puesto Principal se tratara. Patrullando todos los términos municipales.

Las denuncias fuera del horario de Oficina,  se deberán tomar en las dependencias de los Puestos Principales abiertos las 24 horas del día, y no como en la actualidad que se desvía a las patrullas a la Oficina de los Puestos Ordinarios a la a tomar denuncias.

Estos grupos de Puestos Ordinarios tendrán en catalogo un Área de Investigación para la totalidad de Puestos de este tipo que se integren, al mando de un Sargento, de la misma forma que la tienen los Puestos Principales.

Los Puestos Auxiliares podrán mantenerse en la misma forma que la actual, de tal manera que no será necesario cerrar cuarteles de la Guardia Civil manteniendo esta forma de organización.

Se creará un grupo especializado en Violencia de Género y Desparecidos, para prestar servicio a varios Puestos, según la casuística de las Unidades.

Y por último se requiere de una gran inversión económica para crear nuevos cuarteles en las sedes de los ya existentes, o en otro municipio si fuera más idóneo.

Se deben en otro caso modernizar y adecentar los cuarteles ya existentes, tanto en dependencias como pabellones, y se debe tener un servicio de limpieza de las oficinas y demás instalaciones abiertas al público, los días y horas suficientes para que no se observe suciedad en los mismos, dando una buena imagen institucional, y del Estado, tanto para los ciudadanos nacionales como para los extranjeros que, al visitar un cuartel de la Guardia Civil tras el trauma de ser robados en España, observan con estupor lo anticuado y el mal estado en que se encuentran, además de sucios. Dando una deplorable imagen.

Los medios en la oficina no pueden faltar, para poder escanear e imprimir cuando sea necesario, ni deben faltar ordenadores, y deben modernizarse con nuevos ordenadores que tengan capacidad suficiente para los sistemas, agilizando con ello su funcionamiento.

Redacción ASIGC