La mayoría son bajas sicológicas
Hemos hablado muchas veces del gran número de bajas sicológicas en la Guardia Civil, del más alto porcentaje de suicidios entre los funcionarios policiales, y de las respuestas como que ello es consecuencia del fácil acceso al arma por el guardia civil, y con esa respuesta parecen explicarlo todo, pero a mí me da que tiene que haber otra explicación, si además comparamos con otros Cuerpos de Policía también armados.
La disciplina nunca debería ser un motivo en el porcentaje de bajas médicas, sino más bien el mal uso del Régimen Disciplinario, o por algunos, el mal entendido concepto de disciplina.
Para un militar, o siquiera el guardia civil con naturaleza militar, la disciplina es el factor de cohesión que obliga a mandar con responsabilidad y a obedecer lo mandado, será practicada y exigida en las Fuerzas Armadas como norma de actuación. Tiene su expresión colectiva en el acatamiento a la Constitución y su manifestación individual en el cumplimiento de las órdenes recibidas.
Un buen militar, por tanto, es aquel que obedece lo mandado, que si es en estado de guerra, y le mandan a una muerte segura para defender un bien superior, como es la vida del resto de compatriotas, estaría justificado, y si además se es, militar con responsabilidad de mando, la disciplina requiere mandar con responsabilidad, que ha de entenderse como dar cumplimiento a las obligaciones y ser cuidadoso al tomar decisiones o al realizar algo.
Dicho lo anterior la clave en la Guardia Civil estaría en saber si los jefes, o en definitiva los guardias civiles con mando, son cuidados al tomar decisiones o realizar algo, porque son precisamente sus acciones y decisiones las que estarían influyendo, y no en poco, en la tasa del 8% de bajas médicas, sobre todo las más prolongadas y numerosas bajas sicológicas, o incluso las de otro tipo que pudieran ser un buen recurso o manido, para el caso de necesitar estar de baja médica, o de otro modo dicho, para no prestar servicio y consecuentemente quedar al margen del poder de dirección y disciplinario.
No se puede pasar por alto tampoco la referencia al acatamiento de la Constitución, como expresión colectiva de disciplina.
La Constitución sí, no en la parte que establece las competencias del Estado o de las Comunidades, entre otras numerosas referencias de la Carta Magna, sino también en el respeto de los derechos fundamentales de la persona, y en las garantías jurídicas para establecer precisamente si el guardia civil actúa disciplinadamente o no, cuando se quebrantan las normas imperativas en el cumplimiento de la función de guardia civil.
Y que me perdonen de nuevo, como en otras ocasiones, y es que los hay que todavía no entienden que hay rasgos de la personalidad, inherentes a ser humano o persona, para los que precisamente la disciplina exige un respeto.
Para mí que aquí está el problema, el respeto a la personalidad, a esa esfera inaccesible para terceros de los derechos fundamentales, porque es exclusiva de cada guardia civil, y si no te gusta su personalidad, siempre que no de paso a un actuar ilícito, pues te aguantas.
Cuando a un mando se le cruza, por decirlo de ese modo, un determinado subordinado, no por lo que hace, sino por lo que es o por lo que opina o piensa, o simplemente por ser diferente o peculiar, por ser él y ya está, o por cuestionar, aunque no desobedezca, o simplemente por ser en algo, mejor el de abajo que el de arriba, pues el conflicto ya está servido, y con ello se empieza a fraguar la vía de escape o de quitarse de la circulación, para no sufrir, acudiendo a lo más manido, como se ha dicho antes, la baja sicológica, u otra que venga al caso.
Acabar con una simple regla de tres, que la matemática no falla, si en la Guardia Civil hay más personal de baja médica, sin perjuicio de prestar servicio en peores o mejores condiciones de salubridad que eviten enfermedades, u otros factores no ambientales de tipo social, como el desarraigo o la mentalidad o personalidad inculcada al guardia civil, debe ser que los jefes o personal con mando, no deben ejercer esa responsabilidad en su toma de decisiones de forma cuidadosa. Y es que mandar no es solo ordenar a cara de perro, es mucho más que eso.
Redacción ASIGC