Si sumamos al tráfico de drogas que desde Marruecos nos invade, para no estar a mal con las familias y economías domésticas del norte de ese país, que ejercen su fuerte influencia política para permitir una estabilidad del país norteafricano, al incesante deseo de cruzar la frontera en Ceuta y Melilla, vemos que a la Guardia Civil, una vez más, le toca bailar con la más fea.
Dicho de otro modo, impedir que con suma o relativa facilidad por el mar nadando, se sortee el espigón fronterizo, por los que quieren entrar en Ceuta, resulta un riesgo y un cansancio psicológico muy alto para los guardias civiles.
Primero y fundamental hay que preservar la vida de los que lo intentan, muchos mueren en el mar, porque cadáveres aparecen en las playas, y otros supervivientes, se encuentran como barrera a los agentes, que si los dejan o no impiden la entrada, y se ahogan, son responsables cuando menos de homicidio por imprudencia o doloso.
Con tal grado de incertidumbre y de colisión de derechos, normas e intereses, estando la vida e integridad física de personas en juego, -porque sean de otro país, no dejan de ser personas en nuestro territorio-, los guardias civiles ya no saben, ni qué hacer, ni qué no hacer, ni lo que realmente están haciendo.
Si son los malos o los buenos de la película o ambas cosas a la vez.
Unas veces alabaran su trabajo, con más o menos razón, e irán sobreviviendo, pero en el fondo los guardias civiles sufren y padecen por esa situación, a nadie gusta ser barrera de entrada, y que por ello veas delante de tus ojos la muerte de una persona.
Tampoco gusta que te digan que no sabes hacer tú trabajo cuando no impides que entren, y entonces surge la situación de duda y conflicto en la mente de los guardias civiles, esa situación de anomia, que no todos pueden compatibilizar con su situación de vida personal, y termina haciendo mella.
Y eso para el caso que no decidan sancionarlos o someterlos a procedimiento judicial, aunque solo sea para investigar hechos, y no siempre para condenar o sancionar.
Así está la cosa, y uno se pregunta, si hay algún remedio, y si habiéndolo se está dispuesto al menos, a paliar la situación, y mirar por unos y por otros, por la integridad física y psicológica de todos.