La estrategia de Vladimir Vladimirovich Putin

Nacido en Leningrado (Rusia) el 7 de octubre de 1952, Putin con 69 años de edad lleva ejerciendo el dominio sobre su país desde que fuera nombrado interinamente primer ministro por el presidente Borís Yeltsin, en agosto de 1.999, hasta sustituirlo 4 meses después en unas elecciones democráticas, consiguiendo una mayoría absoluta.

Putin obtuvo por tanto el poder, con la llegada del siglo XXI y el tercer milenio.

 

¿Quién era Putin, en la extinta Unión Soviética?

Pues un hombre audaz que en un Régimen autoritario y estatalizado, como funcionario, al igual que los Oficiales de la Guardia Civil cuando ingresan en la Academia General, ingresó en los servicios secretos de su país, la KGB, y sin estar en contra de los cambios que se avecinaban, por ser casi irremediables, ante la próxima a producirse caída del sistema totalitario comunista, supo aprovechar esa desintegración del sistema, hasta una vez llegado al empleo de Teniente Coronel, siendo el jefe de ese servicio secreto en Alemania, hacerse necesario en la no oposición a la caída del muro de Berlín, y con ello dar comienzo al cambio político, siendo desde entonces cuando se aventuró en la política en el partido de su antecesor, que a la postre le cedió el testigo antes de tiempo.

 

 

Y, por ser un chico de la KGB que no ofreció resistencia al cambio, se abrió camino en la política,  pues viniendo de donde venía, y sabiendo lo que sabía, sin duda sería útil contra aquellos que se resistieran al cambio, que eran por otra parte los que controlaban los resortes del antiguo Régimen.

El plan del por entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorvachov, para sacar adelante su “perestroika”, fue apoyado por Putin, con el conocimiento de éste, y lo único con lo que se contaba o se le pedía, era que no se entrometiera en la caída del muro de Berlín, que era por demás, la caída del Régimen presente.

Por eso fue, no solo bienvenido, sino que se le puso al frente de las Fuerzas de Seguridad. Pasaba a ser un hombre de confianza.

¿Por qué no?, si se presentaba como el fiel salvador, frente aquellos más reaccionarios que amenazaban la incipiente democracia.

Visionario de los nuevos tiempos, acertó en su posicionamiento, y sólo tuvo que quedarse al margen y no oponerse a la ciudadanía.

Siendo ya un hombre de Estado del presidente Borís Yeltsin, y controlando las policías, con todos sus colaboradores, incluso subordinados de la antigua KGB, accedió a mucha información, y a la fundamental contra su presidente, que ya empezaba a entrar en desgracia, y a salpicarle la corrupción.

Así cuando su presidente Yeltsin entra en desgracia y empieza a pensar que puede acabar entre rejas, además de desprestigiado ante el pueblo ruso, surge la persona que tiene el mejor remedio, es su salvador Putin, ¿cómo no?, si le ofrece a cambio de ser su repuesto o sustituto, garantía que con él nadie escarbará, y nadie le pedirá cuentas, ni a él, ni a su familia. Putin sería el garante de una vida tranquila para Yeltsin y su familia.

Qué mayor garantía si te la da aquél, que se convertirá en el nuevo líder del país.

Para cuando Yeltsin se arrepintió, ya era tarde, pues ni oportunidad tuvo de disculparse ante su pueblo, porque no se lo permitió.

Si alguien piensa que Putin deja algo al azar, es que no conoce sus capacidades de estratega, y sobre todo de paciente conseguidor.

Esto no fue consecuencia de una causa sobrevenida, fue consecuencia de deducir lo que pasaría a los actores políticos del momento, ante el derrumbe del sistema económico comunista.

No es desconocido para la mayoría, que si quieres conseguir algo, y ello depende de un tercero, averigua qué quiere o necesita éste, para proporcionárselo a cambio de su confianza, y si no lo necesita haz que lo necesite, y puedas tú facilitárselo.

Es una máxima, aquel que se haga necesario para otro, se hace imprescindible, y si ese otro tiene el poder, qué mejor.

 

 

 


(*) Putin con el presidente Borís Yeltsin el 31 de diciembre de 1999, cuando Yeltsin anunció su renuncia.

 

¿Qué tenía el presidente Putin en su cabeza en ese año anterior a la caída del Régimen comunista de la URSS?

A esa pregunta sólo podría darle respuesta alguien que con él hubiera compartido sus especulaciones o predicciones futuro inmediatas, y futuro posteriores tras una planificación estratégica a más largo plazo.

O alguien que las hubiera escuchado, o él tal Putin las hubiera desvelado a sus principales colaboradores, en todo o en la parte, que fuera necesaria en cada momento.

Colaboradores dispuestos desde ese primer momento, como su actual Ministro de Exteriores, Serguéi Viktorovich Lavrov, diplomático soviético en Naciones Unidas en ese tiempo, quien le apoya incondicionalmente en la guerra con Ucrania, y le sirve a Putin desde el 24 de febrero de 2.004.

Cumplido el proyecto que le llevó una década, hasta conseguir ser nada menos que el presidente del país más grande del mundo, con 145 millones de personas, y con unas capacidades tecnológicas, aún en crisis, que le colocaban como el segundo país más poderoso del mundo, Putin tenía que reconstruir el nuevo país desde las cenizas del extinto régimen autocrático comunista, adaptándolo a la economía de escala mundial, y ello también para garantizar la estabilidad del país, y garantizar la suya propia si quería cumplir su proyecto hasta la actualidad, dos décadas después.

Fue reduciendo las todavía no asentadas libertades fundamentales de los rusos, garantizando no tener opositores, y quitando de en medio, incluso físicamente, a aquellos que estando en la antigua KGB desvelaran sus secretos, o se pusieran al servicio de otros países o intereses. Forma aceptada de combatir la deslealtad o la traición, delito militar más grave, penado con la muerte.

Bajo un aparente sistema democrático, Putin no iba a permitir que nadie minara su poder hacer, y su estabilidad como presidente.

Si la Constitución rusa no permitía como la norteamericana, que un presidente fuera reelegido por más de 8 años, encontraría una fórmula para poner a un hombre de su confianza, Dmitri Medvédev, y seguir él en la sombra, volviendo a gobernar como presidente posteriormente, el tiempo que fuera necesario.

Para conseguirlo, aquellos rusos que ya habían empezado a destacarse por su poder económico, y le podían hacer sombra si no se subordinaban, fueron acusados de corrupción y otros diversos delitos, ya fueran o no culpables en más o en menos medida, lo cierto es que renunciaron incluso a sus fortunas, tras arrebatárselas, por su libertad.

Los nuevos prohombres de Rusia, no podían ser más poderosos que el propio Putin, incluido en lo económico, así que a modo de impuesto indirecto fueron enriqueciendo al líder que sostenía y facilitaba el modelo político que les protegía.

Si malo era que no hubiera una democracia verdadera en Rusia, más malo sería que una inestabilidad o miedo a un líder desconocido, hiciera a ese país, potencia nuclear, más inseguro, debieron pensar algunos.

Por otra parte, no había fuerza interna que pudiera desequilibrar y mermar el poder del casi dictador Putin, ni de interferir en ello terceros países.

Que en caso de injerencia en Rusia, ello justificaría cualquier acción del país para defender su propia soberanía política.

Todo el mundo vio en Rusia su gran capacidad de aliado económico, más que político, con su ingente cantidad de recursos naturales, y el resurgir de toda una clase de nuevos ricos, un nicho de mercado, y de unas relaciones comerciales beneficiosas, eran el mejor tapabocas posible.

En el fondo a Putin se le quería por el potencial de su país, aprovechable para el resto.

La política expansionista de Putin.

Para atreverse a hacer lo que ha hecho, tuvo mucho que esperar y planificar, pero de siempre lo tuvo en su cabeza.

Generó una dependencia económica a Europa, fundamentada en la necesidad de recursos naturales energéticos.

No optó por trabajar a favor de la democracia, en profundizar sobre la misma, aunque fuera a riesgo de no permanecer él mismo dos décadas en el poder. Lo que le impediría llevar a cabo su proyecto.

No creía en una Rusia integrada en la Unión Europea, siendo la mayor potencia, como lo sería, pues se creía autosuficiente para seguir siendo la gran potencia mundial que realmente es, atrayendo hacía su núcleo, a muchos de los países que integraron la Unión Soviética, y buscando alianzas con países no alineados a la potencia mundial, que es Estados Unidos.

No creía en un mundo en torno a EEUU, no iban a ser vasallos de ellos si se integraban en Europa, -su región mundial natural-, pues eso los iba a diluir en el grupo de países. Perderían su identidad, y sino porqué Gran Bretaña se ha salido de la Unión Europea, podría pensar ahora.

Nunca se planteó esto como un beneficio, sino que para él ello suponía la extinción de lo que había sido un segundo bloque mundial capaz de levantar la mirada a la primera potencia mundial Estados Unidos.

Por otra parte su propio recelo a ser aceptado por la Unión Europea, por los desequilibrios que ello iba a ocasionar en el seno de la misma, por la diferencia de países, buscó reencontrarse con el pasado.

Así cuando pensó que estaba preparado, tras la planificación a largo tiempo, para el ataque de medidas económicas previsibles por su invasión a Ucrania, debido a la dependencia de Europa,  atacó, pues no valoró suficientemente las consecuencias, ni lo que el resto de países estuvieran dispuestos a asumir en su propio perjuicio, para combatir éstos, el escenario de guerras internas en Europa, ante el deseo de Rusia de conseguir más territorio nacional.

Para eso firmó el tratado económico con China, previamente, a quien sus recursos naturales le vienen como anillo al dedo, aunque China no sabía lo que Putin llevaba en mente.

 

¿Por qué Putin invade Ucrania?

Si algo no acepta el actual presidente de Rusia es que Ucrania, sino en su conjunto en parte, no forme parte de su país, primero porque dice que fue muy beneficiada por Rusia mientras formó parte de la Unión Soviética, segundo porque en ese tiempo se le entregó la península de Crimea de graciosa forma, siendo que sus habitantes se consideran sin género de dudas rusos, y dicen serlo aún de la entrega del territorio, en su día, por Rusia, y porque además existen en la conocida región del Dombás un importante grupo de rusos que se siente miembros de ese país y no de Ucrania.

No aceptando Putin de ninguna de las maneras que Ucrania no forme parte de Rusia, facilitó la insurrección primero, con el apoyo de un ejército paramilitar organizado por el Estado ruso.

Era uno de los objetivos de Putin a largo plazo, y antes de que le llegue la hora de morir.

Biolorusia y Ucrania son territorios históricos de Rusia, de hecho Kiev fue en época medieval la capital de Rusia, la Rus de Kiev.

Para Putin son países anexos que bien pudieran formar la federación de países rusos.

Putin creía que una mayoría de ucranianos estarían a favor de mantener esa vinculación, y que no habría excesiva resistencia a colocar a un partidario al frente del Gobierno.

Tampoco era desdeñable la idea que el Dombás, y los territorios que la unen con la península de Crimea fueran directamente anexionados a Rusia, dejando Odesa como puerto y salida al mar de Ucrania, que es lo que parecería en la actualidad, que quiere hacer, ya que el sur de Ucrania era en su día territorio turco o imperio Otomano, y fue recuperado por la intervención de Rusia en el siglo XVIII, concretamente en 1.738 que fue conquistada por Rusia.

 

¿Qué pasará ahora?

Se dice que está enfermo, y seguramente lo esté, no en vano va a cumplir 70 años, y por tanto ello lo haría más peligroso, si ve cercana la muerte, pero también es verdad que Putin es maestro en engañar al adversario, en negar incluso lo evidente.

Que nadie sepa lo que pretende, o confundir, es estrategia no solo en tiempo de guerra, sino en la vida cotidiana si estás en disputa con alguien.

Si las cosas no le van bien, una huida hacia adelante parece lo más posible, y siendo cierto que las tropas llevadas a la guerra no son precisamente la joya de la corona de Rusia, sino que las mejores se las reserva, difícil será pensar que está dispuesto a doblar el brazo después de iniciar este pulso contra Ucrania y contra los que rechazan la guerra.

Putin sabe que con la amenaza y riesgo real de hacer uso de las armas nucleares, nadie entrará directamente a apoyar a Ucrania, aunque le proporcionen armas para que ellos se valgan de sus propios medios en el combate.

Pero cabe nuevamente preguntarse, sí estaría dispuesto a suicidarse políticamente destruyendo un país, y por cercanía el suyo.

Cabría preguntarse si estaría dispuesto a apretar el botón nuclear, al ver cercana su muerte, y si nadie se lo impediría.

Certificar que es el todo poderoso de Rusia, y que no hay poder que le contrarreste, o es simplemente que convence mayoritariamente a los suyos de que está en el buen camino, y nadie se atreve a cuestionarlo en público porque tiene los días contados si lo hace.

Sea como fuere son muchos ya los países con armas nucleares o en disposición de fabricarlas, que con ello se rebelan contra los que salvaguardan ese supuesto orden mundial desde una superioridad que abruma, y que les hace precisamente por ello rebelarse.

Es por eso, cabe pensar, que seguiremos viendo guerras con armas convencionales, y soldados que dan su vida por la Patria o por el engaño de un tirano.

Porque de no ser así, no será imaginable el mundo futuro a corto plazo tras desatarse tal locura.

 

Redacción ASIGC