La Guardia Civil es sin duda el único Cuerpo de Policía que no ha adaptado su despliegue e infraestructura a los tiempos actuales, y ello es bien claro porque se arrastra una forma de organización fundamentada en Puestos desplegados, en todavía demasiados municipios, con una plantilla en cada uno de ellos que impide un sistema de servicio permanente y eficaz.
Solo los denominados Puestos Principales, cada vez más mermados, pueden mantener el servicio diversificado y especializado que permita la investigación de los delitos por personal dedicado plenamente a ello, una oficina de atención al ciudadano que permite la recogida de denuncias durante las 24 horas, y la instrucción de diligencias derivadas de las mismas, y un servicio preventivo que despliega un número de patrullas, aunque a veces solo una, para atender los requerimientos de seguridad inmediata de los ciudadanos y, primeras diligencias.
Solo estas Unidades Territoriales de la Guardia Civil pueden prestar ese servicio constante y continuo durante todo el día de todos los días, las demás Unidades ordinarias y por tanto más numerosas, se las ven y se las desean para poder dar ese servicio integral, en la mayoría de casos con patrullas que atienden en varias demarcaciones, y que deben estar especializados en todo, en desapariciones, violencia de género, programas informáticos y de mecanización, además de atender los requerimientos de intervención de urgencia para proteger la integridad física y los bienes de las personas necesitadas.
Esto, o las llamadas a los Comandantes de Puesto, en tiempo y horas fuera de servicio, para solventar lo que requiere de la participación de otros tantos componentes, y no de uno solo.
¿Por qué pasa eso?, -circunscrito al ámbito de la Seguridad Ciudadana-, pues porque la Guardia Civil arrastra un modelo de organización antiguo, vetusto podría decirse, fundado en la intervención de los guardias civiles, aun no estando de servicio, porque siempre estaban de servicio, ante cualquier urgencia o requerimiento del ciudadano. Siendo que esto ya no es posible porque los guardias civiles tienen derecho al descanso, y lógicamente lo disfrutan acabado su servicio, siendo que muchos viven fuera del propio cuartel, y que aun estando dentro en sus domicilios, la puerta permanece cerrada y, la única forma de conseguir su presencia es hacerlo ante la Central de Servicios que se encuentra en la cabecera de la capital de provincia, donde se coordinan a los efectivos en servicio llamando al 062.
Entonces qué esperamos para articular un despliegue territorial, con un determinado número de efectivos en cada Unidad Territorial de la Guardia Civil, que permita la eficacia en la prestación del servicio.
Tema tabú sin duda, que conlleva el cierre de una mayoría de cuarteles para concentrar a la fuerza de servicio. Efectivos que en la actualidad, al disfrutar de los derechos de cualquier otro funcionario, tienen menos capacidad o potencial, por lo que para mantener la presencia de antaño, se requiere de más guardias civiles, al tener éstos más tiempo de descanso.
¿Qué pasa si se cierran cuarteles en esa España rural, principalmente?, pues que se haría crítica, no ya de los alcaldes afectados, sino de los ciudadanos que verían como se llevan ambulatorios, médicos, enfermeras, y ahora también a los guardias civiles, favoreciendo el despoblamiento y una mayor inseguridad, -en teoría-, de esos municipios menos poblados.
Es evidente que las distancias entre cuarteles de la Guardia Civil, de tantos kilómetros, en algunos casos, por muy buenas que sean las comunicaciones, son siempre un riesgo añadido para el ciudadano, para cuando su seguridad requiera de los guardias civiles, en el menor tiempo posible, y más si una vida depende de ello.
¿Qué hacemos si la tendencia es a concentrarse la población en grades ciudades, y por otra parte a la creciente despoblación del mundo rural?, al menos de los más pequeños y envejecidos pueblos
Pues además de intentar dar vida y porvenir a los habitantes de estos municipios, favorecer al menos el crecimiento de pueblos cabeza de partido judicial o comarca, y que la Guardia Civil tenga siempre una patrulla de servicio circulando por esas poblaciones, dispuesta a atender con prontitud ante una urgencia y además, tener la puerta del cuartel abierta las 24 horas del día, con posibilidad de recibir denuncias o prestar las atenciones necesarias al ciudadano.
Sólo así también, los guardias civiles podrán tener un servicio por turnos previsibles y regulares, lo que supone aumento en su calidad de vida, y sin menoscabo de la presencia de agentes en las calles o en los cuarteles para atender, y además sin coste económico añadido.
Claro está que no podemos seguir arrastrando un modelo antiguo, incompatible con los derechos sociales y económicos actuales, si queremos dar un servicio íntegro y puntual, porque ya no se está para acudir llamando a la puerta del cuartel, que el cuartel por mucho que se aporree la puerta, si no hay guardias civiles de servicio dentro, no es para nada eficaz, que sí lo es llamar al 112 o al 062, que desde algún lugar hará llegar los efectivos de la Guardia Civil a donde se les requiera.
Hay que ser valientes y construir cuarteles nuevos, con pabellones, sobre todo en las pequeñas poblaciones, para arraigar a los agentes, y darles la vivienda, cuando ello además es una carencia en el pueblo, y se necesite tener a los agentes localizados en un mismo sitio.
Cuarteles nuevos eficientes energéticamente, en lugar de gastar dinero procedente de Europa en vetustas infraestructuras, cuando cuesta menos construir de nueva planta que, remodelar todo un cuartel viejo.
Vehículos nuevos, que no superen los 4 años de servicio, y que no superen determinado kilometraje, que si hay que alquilarlos con un límite de kilómetros, se puede negociar el precio sin duda, a razón de ese uso, pero permitiendo de esta forma que los coches oficiales, que son imagen primera del Cuerpo de la Guardia Civil, además de seguros, sean modernos.
¿Pero hay que quitar esa mayoría de cuarteles, sobre todo en zonas rurales?
Bueno, si en la sanidad hay hospitales comarcales, centros de salud las 24 horas del día, y centros de salud solo para horario de mañana de lunes a viernes, según poblaciones, pues podría ser que coordinados desde la Unidad Territorial Principal, se abriera un cuartel, o se acudiera a las oficinas municipales de distintos municipios, cada cierto tiempo, a recibir denuncias y a escuchar las quejas e informaciones de los residentes, con un terminal informático y base de datos de la Guardia Civil en el Ayuntamiento, para cuando la abran al público los guardias civiles.
Esto respecto a la Seguridad Ciudadana y, el resto de funciones y especialidades de la Guardia Civil, ¿cómo organizarlas, y dónde desplegarlas?
Tenemos un Servicio Fiscal y de Fronteras, antes Carabineros, que tiene un importante despliegue y número de efectivos, en puertos, aeropuertos, costas y zonas fronterizas, cuya ubicación, o bien se establece en cuarteles preexistentes o en esas infraestructuras donde prestan servicio, como ahora, o bien se busca mejorar esa idoneidad y concentración de fuerza, en otros lugares, si resultara cuando menos aconsejable.
La Guardia Civil de Tráfico pues tiene menos problema que la función de Seguridad Ciudadana, ya que se concentra en menos lugares, y en poblaciones mayores, por lo que su problema vendría más en buscar el número idóneo de efectivos por Unidad, y en su caso favorecer la concentración, si así se mejora la disponibilidad de patrullas.
El resto de especialidades estarían, menos o nada afectadas, por esa concentración de fuerza.
Hay que hacerlo y hay que hacerlo ya, -convenciendo con hechos-, que la nueva forma de organización aumenta la seguridad y atención al ciudadano, y no deja desasistidos a los españoles, ya vivan en zonas muy rurales o despobladas, o en otras zonas mucho más habitadas.
La imagen nueva de la Guardia Civil no puede quedarse ya, circunscrita al cambio de un uniforme y de un vehículo, sino también su forma de actuación, y a su despliegue territorial.
Ejemplos hay en los Mossos d´Escuadra, que nacieron con sus propias necesidades de despliegue y agrupación de efectivos, y que sepamos no por ello prestan un peor servicio, sino más bien al contrario, mejor, pues no dependen de que se pueda o no activar un servicio con guardias civiles de descanso, que ya no se debe hacer reglamentariamente, o que se le diga al ciudadano venga usted mañana por la mañana a denunciar, que ahora estamos cerrados y no tenemos patrulla de servicio.
El cinismo organizacional
Este término puede definirse como la actitud negativa de un trabajador hacía su organización
En el caso que nos afecta, hacía la propia organización institucional de la Guardia Civil.
Esta creencia, que llega al derrotismo en no pocas ocasiones, conlleva la aceptación por no pocos guardias civiles, -y muchos no se equivocan-, de que la organización institucional carece de ética y de integridad. Existe un afecto negativo hacía el sistema de organización, y un componente crítico por parte del profesional hacía esa forma de regirse.
En la Guardia Civil ante algo que es más que evidente, -no sólo por las críticas más públicas que privadas de las asociaciones profesionales-, se “raja”, se critica desde dentro de la propia Institución, lo que se traduce en un mal ambiente profesional, y ello puede dar lugar, o lo da en constatados casos, a la desmotivación, bajo nivel de satisfacción, falta de compromiso, desconfianza o, incluso intención de abandonar la Guardia Civil, que si surge una oportunidad seria, es aprovechada.
Entonces cabe preguntarse por qué algunos, sino muchos guardias civiles reaccionan así.
Al fin y al cabo estamos hablando de una organización pública, de una gran empresa de más de 70.000 efectivos.
Partiendo de que las buenas actuaciones de los dirigentes de la Guardia Civil tendrán efectos positivos en los guardias civiles, también ha de tenerse en cuenta que las actuaciones negativas multiplican sus efectos, aún más que las positivas, entre cualesquiera funcionarios.
Es por tanto más fácil llegar al cinismo organizacional, que lograr recuperar un nivel de confianza, lo que resulta mucho más difícil.
Las consecuencias de lo anterior tienen un claro impacto en los resultados de la propia Guardia Civil, en su actividad y en el ambiente de la Unidad, de una forma casi directa.
Cabe preguntarse quién sería dentro de la Institución el responsable de ese comportamiento, para que el guardia civil responda de esa manera.
El responsable por acción u omisión sería el jefe, como gestor y directivo de la Unidad concreta, y para evitarlo lo primero que tiene que hacer es favorecer la comunicación para intentar mantener unos niveles, cuando menos mínimos, de satisfacción profesional.
Muchas veces los problemas derivados de la falta de disponibilidad de efectivos, tienen que ver con la toma de decisiones o la falta de un liderazgo dirigido a mantener ese clima laboral satisfactorio, cuando los guardias civiles se sienten profesionales bien cuidados.
Para conocer a los guardias civiles de la unidad se hace necesario sin duda, por parte del Jefe, favorecer la comunicación y la participación.